Audiovisuales y CC

La visita de El Cosmonauta a Colombia
Por, María Juliana Soto
Colaboradora

 

Los organizadores del Festival Intravenosa de Cali, propusieron -con gran acierto- que es importante repensar el cine,  ver qué está pasando con las nuevas generaciones de cineastas, cómo están emprendiendo la caótica labor de hacer películas. Entonces contactaron a Nicolás Alcalá, un español que junto con 2 compañeros de universidad decidió fundar su propia empresa y hacer su primera película. Para quienes estudiamos en una escuela de comunicación o una carrera de cine, esto nos resulta bastante familiar: pequeñas productoras nacen cada año, con proyectos diversos, para ser filmados en 35mm o con la última cámara digital del mercado, porque esas fueron las cosas que aprendimos: conformar una productora dispuesta a conseguir los recursos infinitos para las exigencias de los directores. Pero alguien falta en esa ecuación, y esa variable, creo yo, es lo que diferencia a Nicolás Alcalá y al resto del equipo que se unió para hacer su primera película llamada El Cosmonauta.

La variable a la que me refiero son los espectadores.

Retóricamente ocupan un lugar importante en los discursos, pero dejando a un lado el “arte de hablar bien” los espectadores quedan resumidos a unas cifras desnutridas a los ojos de productores y directores. “El público no va a ver cine nacional” o “las películas colombianas si mucho duran una o dos semanas en cartelera” “sabemos de entrada que la película va a darnos pérdidas” son algunas frases que se alcanzan a escuchar en los pasillos de la cinematografía nacional. Pero el impulso creador es más fuerte y muchos seguimos apostando por ganarnos convocatorias, premios y reconocimientos que nos permitan conseguir financiación para nuestros proyectos. Una vez más olvidamos que trabajamos para contar historias, pero sobre todo para contárselas a alguien y ese alguien ha sufrido transformaciones tan importantes en los últimos años que los teóricos de la comunicación los han tomado como objeto de estudio.

A los espectadores, dice García Canclini, se les ha dejado de atribuir un caracter pasivo y dependiente, porque incluso “los estudios comunicaciones demuestran que aún un consumo mediático con apariencia más inactiva implica apropiación y reelaboración de lo que se ve” y si reflexionamos sobre cómo la noción de internauta derriba el esquematismo que supone que los lectores tienen más actividad intelectual que los espectadores porque en él se combinan ambos, estamos frente a una definición de espectador totalmente resignificada.

Es que mientras sigamos pensando que el cine es una cosa, que la televisión otra y así sucesivamente, y que no están conectadas entre si, las posibilidades de innovar, cambiando la forma en la que hacemos las cosas, se perderán como se pierden las convocatorias que premian a los que ya han ganado premios.

Los productores de El Cosmonauta se dieron cuenta de que el público de su película (aún sin filmar) podía/debía/quería tal vez, hacer parte del proyecto, entonces comenzaron por hacerse una serie de preguntas desde ¿qué ha cambiado en el cine? hasta ¿cuáles son las mejores manera de involucrar a la gente en tu película?.

Con mucho respeto por el proyecto, dedicación y pasión, lanzaron en 2009 la web de la película, pero no una web diseñada únicamente para brindar información, sino una web en la que se propone un sistema de producción participativa conocido como Crowdfunding o Financiación en Masa. Lo que quiere decir que el espectador (aquellos desmotivados que no van a cine) pudieran convertirse en productores y además vivir una experiencia (algo que los diseñadores entienden mejor) pero que intentaré describir con el ejemplo de El Cosmonauta:

Participar en fiestas y conciertos por un lado. Más la posibilidad de remezclar el teaser de la película, de tener acceso a diferente versiones del guión, a un panorama con las referencias estéticas y los hechos reales que inspiraron la película y a una guía de producción llamada The Plan. Además de participar vía streaming del rodaje de la película (algo muy diferente a ver el “detrás de cámaras” editado) de ser reconocido públicamente como productor, y de decidir cómo ver la película: o bien gratis y libre en internet (puesto que tiene la licencia CC: BY SA NC) o en televisión o en las salas.

Hay que reconocer que este tipo de experiencias nos invitan a dejar que el ego de genios quede en la historia, como la teoría geocéntrica, y que reconozcamos que con los recursos tecnológicos que tenemos a nuestra disposición, hacer una película significa hoy, abordar una empresa transmedia, y que los espectadores son los principales aliados creativos, productores, publicistas y amigos que el proyecto pueda tener.

Ojalá que la visita de Nicolás Alcalá a la Cali cinéfila y creativa, sirva de inspiración para los realizadores en formación y para los que intentan sobrevivir en el mundo de las convocatorias,  la participación en festivales y la incertidumbre de quién va a ir a las salas. Puede que el fin sea el mismo -hacer una película en este caso- pero cada uno encuentra una manera diferente para alcanzar el objetivo. Esa es la gracia.

<Fotos del Festival Intravenosa, en donde estuvo Nicolás Alcalá aquí>

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